El 15 de junio de 1251, Fernando III concedió a la ciudad Sevilla, tras su conquista a los árabes, el privilegio de posesión sobre grandes extensiones de tierras y lugares, entre las que se encontraban "...Zufre, Aracena, Almonaster, Cortegana, Aroche, Mora, Serpa, Ayamonte, Alfayat de la Peña, Andévalo... Sotiel, Tejada...". Dos años después, en 1253, Alfonso X confirmaría el privilegio de su padre concediendo a Sevilla estos lugares y sus términos y todos sus derechos, excepto el de almojarifazgo (A.M.S.).
Cabeza y lugar de Andévalo sirvieron para denominar un extenso territorio: Campo y Cerro de Andévalo.